lunes, 5 de septiembre de 2011

LA VIOLENCIA FAMILIAR EN EL PERU


  
Hablar en el Perú de Violencia Familiar (Violencia Domestica o Violencia intrafamiliar) se ha vuelto un tema de relevancia tan igual como hablar del analfabetismo, inseguridad ciudadana, el desempleo, entre otras cuestiones de incumbencia social de las cuales se busca su erradicación bajo la puesta en práctica de políticas públicas elaboradas por el Estado; sin embargo, se advierte de nuestra realidad, que pese a la existencia de programas sociales, normas e implementación de nuevos sistemas de ayuda a las víctimas de violencia familiar, los resultados siguen siendo desalentadores y poco coadyuvantes a plantear una solución, al menos encaminado a la resolución del mismo, puesto que las denuncias, según las estadísticas, siguen incrementándose, llegando incluso a sobrepasar el ámbito familiar o doméstico, al punto de introducirse en el ámbito de la comisión de un ilícito penal (Homicidios, Lesiones Físicas e irreparables, violaciones, etc.). Es por ello que tocar el tema de Violencia Familiar y lograr su supresión es una tarea pendiente a la actualidad para el Estado Peruano.

No se hace necesario escudriñar mucho en nuestra sociedad para observar claros ejemplos de violencia familiar, tal es así que se ha vuelto común ver en las noticias del día que una mujer u hombre, así como menores de edad, han sido agredidos físicamente con un cuchillo, un arma de fuego u otro instrumento que procure ocasionarle lesiones físicas, tales como cortes en el rostro, quemaduras y/o cercenación de un miembro de la anatomía de la víctima, llegando incluso al asesinato, acciones que en la mayoría de casos han sido producidas por la pareja, conviviente, cónyuge, los padres, hermanos, u otros miembros de la familia, según sea el caso, como producto de diversas circunstancias, ya sea por celos, la economía familiar, la falta de empleo, el estrés, etc., situaciones de agresión que en la mayoría de casos, al remontarnos a sus antecedentes, nos damos con la sorpresa que las víctimas y/o victimarios, ya habrían sido sometidos a procesos judiciales con sentencias firmes, así como a programas de ayuda, los que lamentablemente no han podido detener los extremos de violencia antes mencionados, toda vez que el sistema y la política actual no permiten una prudente solución al problema, por el contrario, en la mayoría de casos las medidas aplicables por los entes llamados a dar respuesta a estos conflictos no son los más acordes, convirtiéndose no solo en meros paliativos y/o placebos, sino más bien en instrumentos instigadores del incremento de nuevas acciones de violencia en contra de la víctima que viene siendo resguardada por dichas medidas.

La violencia dentro del núcleo familiar (violencia hacia la mujer, maltrato de los padres hacia sus hijos, maltrato de los hijos adultos a sus padres ancianos) no constituye un problema ni moderno ni reciente, por el contrario ha sido una característica de la vida familiar desde tiempos remotos. Es sólo recientemente que comienza a concientizarse como fenómeno muy grave y que daña la salud de la población y el tejido social.

No obstante a lo antes mencionado, hay que tener presente que la violencia familiar, en particular, es un problema social que en mayor o menor medida existe en la totalidad de los países latinoamericanos, países en la que también se han formulado políticas tendientes a su erradicación, de los cuales es oportuno abstraer y someter al análisis, puesto que del mismo permitirá formular nuevos caminos a la resolución eficaz de las causas y consecuencias que son propios a los hechos de violencia familiar.

Finalmente, si bien en los últimos años se han venido dando una serie de programas y leyes en defensa de los derechos del niño y la mujer, que confluyen a la erradicación de la Violencia Familiar; se hace imprescindible tener presente que estos a su vez no serán medios suficientes para su erradicación, si es que estos no vienen acompañados necesariamente de la adquisición de nuevos y mejores hábitos de crianza y convivencia, es decir, es menester una reeducación en cuanto al trato familiar, el que lamentablemente para muchos está caracterizado por la violencia (en sus diferentes modalidades), el rechazo y la indiferencia de parte de los Estado que coadyuve a la misma.